2017 octubre 30

«Es el vino que puede identificar el Bages en el futuro»

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La cita en el restaurante Gresca de Barcelona y el motivo el nuevo y esperado vino de Vins Abadal que ahora ya está “bien envainado”, cuenta de entrada Valentí Roqueta, presidente del grup Roqueta Origen. “La de Gresca es una cocina que toca con los pies en el suelo, auténtica, como el vino que presentamos”, añadirá. “El de hoy es un acto importante, que tiene un punto de intensidad y de seriedad”, advertirá luego para matizar las connotaciones festivas del nombre del restaurante escogido.

Han hecho falta 15 años para sacar al mercado el primer vino de uva mandó de Abadal, fruto de la obstinación y de la apuesta indefectible de dos generaciones por recuperar el patrimonio vitícola del Bages, la de los enólogos Valentí y Ramon Roqueta (padre e hijo) y Miquel Palau, compañero de viaje imprescindible, director enológico de Vins Abadal.  Como reto, está convertir la uva mandó en lo que hoy ya es su compañera geográfica, la picapoll, una uva autóctona, valorada y apreciada, entendida y vinificada con estilos y filosofías tan distintas como las 14 bodegas del Bages que la trabajan. Antes que la industria textil acabara con las grandes extensiones de viñedo en la Catalunya central, la mandó era la uva tinta más cultivada en la zona. Hace poco más de un año que el registro de variedades de INCAVI (Generalitat de Cataluña) incorporó la variedad, conocida también como garró, en la lista oficial de uvas de vinificación.

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“Nos hemos dedicado a investigar. El Bages fue la comarca vitícola más importante de Catalunya en el siglo XIX y entonces había plantadas muchas hectáreas de mandó”, cuenta Valentí Roqueta. “Teníamos mucha identidad y ahora estamos en la fase de recuperar, no sólo uvas tradicionales como mandó, sumoll, picapoll, malvasía de Manresa, también el patrimonio de piedra seca. De hecho, hace 20 años que desde Abadal reivindicamos este activo, que nos une al paisaje y lo potencia”.

Abadal cuenta actualmente con cuatro hectáreas y media de uva mandó y el año que viene, en primavera, se ampliaran a 12 hectáreas más. “Tiempo y paciencia acaban siempre por dar buenos frutos”, advierte Valentí Roqueta. “La uva mandó es una variedad que tiene hoy distintas características que la hacen agradable y simpática. Para llegar aquí hemos sufrido y gozado con ella”, revelará después.

Toma el relevo en el discurso de presentación del nuevo vino su hijo y sucesor en Vins Abadal, el enólogo Ramon Roqueta. Es admirable oírle hablar con la misma pasión de dos territorios distintos, el Bages y la Terra Alta, donde hace 10 años puso en marcha la bodega LaFou en Batea y ahora no sólo descata por la vinificación de la garnacha blanca sino también demuestra una curiosidad infinita por el comportamiento de la también autóctona morenillo, aún no aceptada por la denominación de origen. “Cuando llego a Abadal hace 10 años, encuentro una cultura de innovación sorprendente”, admite, humilde, como siempre se muestra en público, Ramon Roqueta “La innovación del siglo XXI pasa por mirar hacia atrás, al siglo XIX. En él encontramos los elementos de diferenciación que enriquecen el patrimonio vitivinícola. El vino de uva mandó que presentamos hoy es mucho más que una novedad, es el vino que puede identificar nuestra región en el futuro”.

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“Nos da vinos de perfil fresco y ligero. Aromas de bosque, de pinaza. Estamos en una zona cercana al Pirineo y se nota. Con la uva mandó, el comportamiento del vino es actual”, cuenta Roqueta hijo. Armoniza perfectamente con la demanda actual de estilo de vino.

“Mandó es esencia de Abadal, es esencia de la tierra”, dirá el director técnico, el enólogo Miquel Palau. Sin Micky – como le llaman en la bodega – todo el proyecto de recuperación de variedades de Abadal no habría llegado a los niveles de excelencia y la intensidad de hoy. “Nuestro reto real no es solo luchar por la calidad de los vinos, sino también por su esencia. Y si no la trabajas, no la encuentras”, afirmará. Es curioso, un explorador nato, riguroso y científico, tanto como metódico. “La esencia está en el viñedo, no en la bodega. Pero cuando la uva entra, hemos de dotarnos de instrumentos para que la esencia se magnifique”, comenta Miquel Palau. Pone por ejemplo Nuat, un vino blanco sublime de uva picapoll, que realiza una crianza de 8 meses con tres lías distintas. Complejidad y profundidad asegurada.

La apuesta por las variedades del Bages se confirma con el primer vino de uva mandó que Vins Abadal ha sacado al mercado.  Es la añada 2015 pero vemos la evolución en una copa servida de la vendimia 2012. Gana fuerza, estructura y vida. Se manifiesta más profundo y otoñal aún. Al mercado saldrán 3.800 botellas a un PVP de 12 euros. Es un vino que busca la cercanía, llegar a todos. Se prioriza el valor de proximidad, la democracia del vino. Que la gente del Bages lo conozca y sea su mejor embajador.

“Es una variedad tardía que no gustaba antiguamente a los viticultores, probablemente  por ello se perdió. Preserva bien la acidez y con el proceso del cambio climático que vivimos, se comporta bien y regularmente. Tiene una maduración lenta y nos va bien para conseguir los aromas y la expresión natural que buscamos. Está bien adaptada, se comporta bien. Es regular cada campaña y nos da vinos de perfil interesante”, cuenta Ramon Roqueta, mientras saboreamos la sencilla y gustosa propuesta gastronómica de Gresca, brillante, como acostumbran. La uva mandó tiene un futuro prometedor en el Pla de Bages y Vins Abadal cree que la producción puede pasar en los próximos años de las 3.800 a las 30.000 botellas.

“En 15 años sólo hemos hecho 10 vendimias. No es tanto”, advierte Ramon Roqueta. Son jóvenes para conocer a fondo el comportamiento de una variedad que da vinos con un perfil otoñal delicado, en un territorio con un potencial vitícola muy grande. “La gente mayor que ha querido tanto al Bages habla de resistencia en el viñedo, en zonas como Cardona, Navàs, Rocafort encontramos muchas variedades autóctonas y viñedos muy viejos. Ésto nos indica muchas cosas, estamos recuperando uvas y las vamos a investigar”, afirmará con tenacidad Miquel Palau.

Vins Abadal plantó mandó en 2006 y la vendimió por primera vez en 2009. Fueron 150 litros.  Y ahora la evolución ya es imparable: “Tenemos la obligación de recuperar el patrimonio. No nos debemos a las tendencias, queremos que nuestra faena tanga un sentido. La uva mandó aporta identidad a Abadal. Son vinos con voluntad de quedarse y tener un largo futuro”, sigue contando Palau.

La añada que sale al mercado, la 2015, ha realizado su crianza en barrica de roble (40%) y ánfora (60%). Se busca el respeto por la fruta. La pureza.  Y se consigue. Además, con una gran delicadez y sutilidad. Como un pinot noir, más que como un trepat o una mencía.

Retrats de Vi – Miquel Palau

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