La biodiversidad y la humanidad del vino

Posted by | junio 27, 2016 | Uncategorized | No Comments
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Siempre se ha dicho y con razón que los payeses son los conservadores del paisaje. Su trabajo generoso, apasionado y sacrificado es determinante para poder legar en mejores condiciones a las generaciones futuras “el espacio de tierra que nos ha tocado vivir”, como diría el poeta.

Las regiones productoras de vino cuidan con delicadeza extrema el paisaje agrario puesto que es el origen de la actividad productiva que les sustenta, pero también y sobre todo la tradición, la cultura y la historia que les da sentido. La sociedad civil de la comarca del Priorat, por ejemplo, está trabajando desde hace un tiempo en la candidatura para incluir la comarca en la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO en la categoría de Paisaje Agrario de Montaña Mediterránea. Hay una gran sensibilidad respecto al entorno y el carácter que éste otorga a los vinos.

En el Priorat, la viticultura heroica practicada en graves pendientes y suelos de llicorella la apreciamos en cada sorbo de vino, en la elegancia del matiz de mineralidad y la profundidad. Además del paisaje, en el vino buscamos historias personales e íntimas. El enólogo de la bodega Vall Llach, Albert Costa, lo ha simbolizado con la elaboración de un rosado y un blanco con nombre de mujer: La Matilde yLa Catalina. Son ambos un homenaje a las mujeres reales y trabajadoras de Porrera. Nombres con personalidad. Sin su contribución a la estructura familiar y laboral, los viñedos no habrían respondido, seguro, de la misma manera.

Una vía romana recuperada

Hay territorios de distinta complejidad, y a pesar de que puedan tener un carácter más discreto, de entrada, todos merecen una gran atención. En Penedés nos lo ponen fácil. Acaban de estrenar la primera Wine Road del país como las hay en el nuevo mundo del vino, en EEUU o Australia. Permite recorrer 12 bodegas y 7 municipios.

En vehículo, de momento, y pronto en bicicleta se resigue el camino comercial que los romanos utilizaban para unir el interior de la comarca con el litoral. Cuarenta kilómetros entre el Penedès y el Garraf llenos de recursos históricos y arquitectónicos. Y de propuestas distintas y sugerentes de vino, cava y espumoso. Una parada en Colet Vins, de la nueva categoría Clàssic Penedés, nos sorprendería para bien, sin duda. Vatua!, expresión típica catalana que significa sorpresa, da nombre al coupage de moscatel, parellada y Gewürztraminer que nos alimentaría y refrescaría a la vez, sin duda.

Pero además de La Carretera del Vi, hay otros canales de peregrinación en la zona. El río Bitlles, por ejemplo, lo es de biodiversidad y da sentido a los viñedos de la Heredad Segura Viudas, en el Alt Penedés. El paso del tiempo ha abierto una brecha natural entre las cepas norte y sur de la comarca por donde ahora transita sigiloso un canal de agua que da carácter a la viticultura. Es un ejercicio más que saludable, diría que necesario, pasear con los pies en el agua siguiendo el curso del rio, entre libélulas, mariposas y pájaros que nos distraen vista y oído, en un pulmón verde, desconocido y apetecible, a poco más de 30 minutos de Barcelona.

El bosque de ribera es un espacio para practicar enoturismo y mimetizarse con la naturaleza. A pesar de transitar entre peces, escorpiones de agua, insectos y mamíferos de distinto tamaño, una tiene la sensación de encontrarse en un entorno amable. Y lo es. Amapolas rojas, esculturales árboles (chopos, olmos, fresnos…) y un salto de agua al final del recorrido por el Bitlles lo convierten en una postal.

 

Los últimos datos sobre enoturismo publicados por la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN) apuntan a un incremento de enoturistas entre 26 y 35 años, hasta alcanzar al rango de 40-60 años, que es el mayoritario. Parece que los millennials son el objetivo del turismo cultural que empiezan a desarrollar las bodegas y hay que tentarles con actividades arriesgadas y auténticas. 

El reto de fomentar la cultura del vino entre los jóvenes puede paliarse descubriéndoles actividades complementarias como la de La Carretera del Vi o el paseo por el Bitlles que les permitan acercarse después a “la bebida más intelectual”, como recuerda siempre Josep Pitu Roca, sumiller del mejor restaurante del mundo, El Celler de Can Roca.

El xarel·lo es la uva autóctona del Penedés. El homenaje de Segura Viudas a estas cepas, en vino tranquilo, es Creu de Lavit, un monovarietal con notas afrutadas y florales que nos traslada al frescor del bosque con su acidez marcada.

El V Congreso de Arte, Paisaje Vitivinícola y Enoturismo ha concluido que se debe fortalecer la difusión del patrimonio vitivinícola como espacio económico y cultural. Expertos internacionales en gestión del paisaje coinciden en la necesidad de concienciar sobre la dinamización económica del paisaje a través del enoturismo y de valorar, por supuesto, la tarea del viticultor como agente que da calidad al paisaje. Apuntan además la conveniencia de desarrollar alternativas innovadoras y complementarias de enoturismo a las propuestas clásicas. El equilibrio entre economía y paisaje halla un denominador común en el respeto y el cuidado del viñedo. Se debe, pues, seguir en esta dirección. Y aprovechar los itinerarios que desde antaño nos traza el vino. El vino es el paisaje embotellado. El vino son historias, las de Matilde y Catalina también, que nos devuelven a los orígenes. El vino es vida. Disfrutémoslo.

http://www.voceseconomicas.com/la-biodiversidad-y-la-humanidad-del-vino/

About Ruth Troyano Puig

Llicenciada en Periodisme per la UAB. Sommelier. Màster en planificació i gestió de l'enoturisme per la URV.

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